viernes, 10 de diciembre de 2010

La Inciación Del Eterno Aprendiz

Al trazar estas líneas que a futuro permanecerán como mi primera plancha y la expresión de los sentimientos vividos en ese fabuloso día mi iniciación, encuentro la cita del celebre Decimus Junius Juvenal acertada para describir la sensación que me embargó al encontrarme sentado entre los hermanos masones, expresó el celebre poeta satírico romano” Nunca es largo el camino que conduce a la casa de un amigo.” y es que al enfrentarme a la espera enmarcada de un alto grado de ansiedad, pasar por el rito cargado de un simbolismo nunca antes experimentando, con pruebas que aunque alegóricas me transportaban a la rigurosidad de la institución a la cual pretendía acceder y al final presenciar las solemnes manifestaciones de respeto, aprecio y fidelidad de los miembros de la orden, no podía sino sentir la inefable comodidad de estar entre cofrades. 

Hasta ese momento había escudriñado en los libros profanos y las paginas de Internet motivado tal vez por la intriga de la persona que gusta de lo intelectual o por la sola referencia de los connotados e ilustres personajes que ha abrigado la masonería a través de los tiempos, encontrando para mí asombro desde la desinformación de las paginas de fanáticos religiosos que enrostraban la horrenda practica de Albert Pike[1], hasta la sutil invitación de algunas logias que presentaban como estandarte de la orden los nombres de Churchill, Bolívar, Mozart y demás prohombres que sabemos fueron masones,  además tuve la fortuna de acceder a documentos, artículos y libros escritos por algunos QQ: HH:., pero nada de lo que leí o investigue se aproxima siquiera sumariamente a la palingenesia del ritual esotérico vivido. 

De la preparación al ágape mis sentidos estuvieron aguzados, pero poco comprendí de toda la simbología que contiene el rito de iniciación y advierto que no es por falta de capacidad, lo que ocurre es que para un profano el método masónico se muestra incomprensible, es por esta necesidad de expresión, comprensión y aceptación, que al igual que un niño hoy empiezo a aprender a hablar y a escribir, no solo para dominar la jerga sino para que  los símbolos sean el medio que me lleven a la evolución y el progreso continuo. Lo que si recuerdo con nitidez y comprendí con una claridad abismal es el juramento que como profano realice ante los ahora HH:. y no es para menos ya que involucra no solo mi palabra de honor, la cual me identifica como caballero digno de pertenecer a esta milenaria institución, sino que también preparó y sirvió de marco para los compromisos que hoy tengo con mis HH:. mi log:. y conmigo mismo .

Comienza entonces el camino que tiene como meta el trabajo constante hacia la virtud, la verdad, la sabiduría y la caridad, valores que no se extinguen, por el contrario permanecen siempre un paso adelante, convirtiéndose en un horizonte perenne importando poco cuanto hayamos avanzado en nuestra formación, lo anterior lejos de languidecer  mi espíritu se convierte  en la razón de mi permanencia en la orden y en el acicate que fortalece mi voluntad, la masonería vista por los ojos de un aprendiz es por antonomasia la búsqueda de la perfección. Armado de martillo y cincel se empieza a desbastar la piedra, tarea fácil cuando existe tanto que quitar, porque para el neófito el concepto de  labrar es una referencia muy elaborada que se gana con tesón y esfuerzo al perfeccionar la practica y transcurrir el  tiempo necesario, el cual no es ni antes ni después del que es bien aprovechado.

Para un masón como el que escribe estas líneas no es relevante las diferencias en la practica de un método perfecto, no hay cismas que no se puedan cerrar y que impidan abrazar a todos los semejantes  aun a los que no quieren ser abrazados, una idea romántica tal vez escrita por el neófito que apenas ha pasado por la puerta y le falta por conocer todo el camino, pero lo cierto es, que el reto de trabajar por una masonería universal es halagador, solo a la altura de lo que puede realizar un masón que es consciente que antes de pegarle con una piedra a la luna debe apuntar a la copa de los arboles, hay que estudiar, investigar formarse en el simbolismo y el método masónico para de esta manera utilizar las herramientas que esta augusta institución nos brinda para pulir la piedra bruta.

Siendo trabajador puedo con el cincel dar forma a la piedra bruta para llegar a la anhelada perfección del templo, siendo este ideal un concepto que escapa a mis actuales capacidades, pero que de seguro no es igual para todo masón, es decir, el resultado de seguro será bueno pero no equivalente a otro, ya que la perfección al igual que la belleza será medida en razón de los valores propios, lo anterior no es el preámbulo de una carrera mediocre y conformista por las sendas de la masonería, lo cual de seguro no sería tolerada por ella, mas bien es el anuncio de un hombre que como pensante cree en la individualidad del ser y en el respeto por las diferencias, ya que estas últimas son el factor que nos une y se muestra homogéneo  en la humanidad .

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